De regreso a las actividades en el Teatro
San Martín el Ente de Cultura de Tucumán me encargó la realización de una coreografía para
El Magnificat de Antonio Vivaldi a estrenarse el próximo 5 de diciembre en el Teatro
San Martín de Tucumán. La intención del Ente de Cultura es la de realizar una función conjunta con el Ballet, la Orquesta y el Coro Estables de la Provincia para concluir un año de actividades de los Cuerpos Artísticos un tanto atípico por la situación de pandemia que transitamos actualmente.
El Magnificat es una obra coral compuesta por
Antonio Vivaldi, que tuvo varias ediciones. La primera fue la catalogada como RV 610, y fue compuesta antes de 1717 o en 1719. Es una composición en sol menor para 2 solistas sopranos, un alto y un tenor, coro, violines I y II, viola y bajo continuo (violonchelo y órgano).
El texto de
El Magníficat está tomado de una frase del Evangelio en latín:
magnifĭcat anĭma mea Domĭnum, es un cántico y una oración católica que proviene del evangelio de Lucas (Lucas 1:46-55). Reproduce las palabras que, según este evangelista, María, madre de Jesús, dirige a Dios en ocasión de su visita a su pariente Isabel (Lucas 1:39-45), esposa del sacerdote Zacarías. Isabel llevaba en su seno a Juan el Bautista (Lucas 1:5-25).
De regreso a las actividades del Ballet Estable el montaje de esta obra representa un desafío, fundamentalmente porque los integrantes del Ballet tienen muchas expectativas y ánimos de actuar frente al público y de volver a pisar el escenario. Por otra parte los espectadores que asisten a sus presentaciones también están esperando poder volver al teatro y ver al Ballet Estable actuar. Pocas funciones se han podido realizar en esta temporada y todas tuvieron que repetirse por la gran cantidad de público que asistió a las mismas. Es por estas razones y muchas más que el montaje de esta obra genera un sin número de sensaciones, expectativas e interés.
Es conocido que los bailarines clásicos en general tienen preferencia por bailar roles del repertorio del ballet clásico mayormente. El hecho de que la mayoría de los integrantes de la compañía no haya tenido esa posibilidad por el tema de la pandemia imprime mucha presión sobre la puesta coreográfica de
El Magnificat ya que es una coreografía nueva que no es un clásico del repertorio del ballet tradicional. Por otra parte será una de las pocas oportunidades para muchos integrantes del Ballet, si no la única, de bailar en esta temporada.
En cuanto a la obra en sí, esta representa un desafío. Es una pieza musical barroca que no fue pensada para ser bailada y que tiende a reflexionar sobre el tema bíblico, escuchando la música compuesta por
Antonio Vivaldi. No está pensada para ser vista, sino para ser oída. Desde la época del Ballet Ruso de Diaghilev y hasta nuestros días (y ya hace más de cien años) mucha música que no fue escrita para ser bailada se la bailó, lo cual no implica que esto no sea siempre un desafío. Los bailarines con formación clásica normalmente están más habituados a escuchar frases musicales simétricas y en el barroco las frases en general son asimétricas. El trabajar sobre música del período barroco implica siempre trabajar sobre un terreno que no es habitual para los bailarines, más acostumbrados a bailar sobre música del período romántico o del clasicismo del siglo XVIII.
Por otra parte el tema de esta obra que tiene texto bíblico hace referencia a situaciones que llevarlas a la escena de manera textual sería muy redundante y poco creativo. Por esta razón que al encarar el coreografiar esta obra decidí tomar la esencia de ese texto sin caer en la obviedad.
El texto bíblico en el que se basa esta obra de
Vivaldi relata la situación que vive la Virgen María al verse ella misma elegida por Dios para engendrar a su hijo Jesús. Ella se siente privilegiada por esta situación pero por otra parte le realiza a Dios un pedido a cambio de esta tarea y de su destino: que los pobres y los desplazados tomen el lugar de los poderosos y que los poderosos tomen el lugar de los humildes, en síntesis que los primeros sean los últimos y los últimos pasen a ser los primeros. Hay que comprender que en la época y situación que María vivía el pueblo de Israel era sometido por el Imperio Romano. Curiosamente la figura femenina más relevante de aquel momento era la esposa del emperador romano Augusto: Livia Drusila quién había sido deificada como era la costumbre. En aquel momento Livia Drusila era venerada en los altares y María era una desconocida esposa de un carpintero que residía en los confines de un imperio enorme y rico. Con el pasar de los siglos María pasó a habitar los altares y a ser venerada.
En el momento culminante de
El Magníficat, el pasaje evangélico presenta a María profetizando:…” todas las generaciones me llamarán bienaventurada” …. La profecía de María, madre de Jesús, ha sido de cumplimiento evidente y constante después de tantos siglos, como ha sido clara y concreta su formulación, más allá de si se trata de una obra de Dios o una mera construcción humana. Por otra parte en la actualidad el nombre de Livia Drusila dejó de tener la relevancia que tuvo en su tiempo: Los primeros se transformaron en los últimos y los últimos en los primeros como dice el evangelio de Lucas, por obra de Dios o del destino según quién los quiere interpretar.
Curiosamente
El Magníficat y sus diferentes representaciones musicales fueron prohibidas en épocas de las juntas militares en Argentina y por la dictadura de Francisco Franco en España, porque en el texto la Virgen María aquí le requiriere a Dios y le solicita que los poderosos se transformen en humildes y viceversa, el texto dice:
Deposuit potentes (derriba a los poderosos)…
Esurientes implevit bonis et diviter (Él llena de cosas buenas a los hambrientos y a los ricos despidió con las manos vacías).
El Magnificat estaría representando una alteración a los órdenes establecidos. Sobre estos aspectos esenciales y fundamentales del texto es que he decidido trabajar al idear la coreografía para
El Magníficat con música de
Antonio Vivaldi.
El mundo del Ballet y la Danza Clásica generalmente tiene muchas reglas preestablecidas que se pasan y se mantienen de generación en generación. El ballet trabaja con una estructura piramidal dónde por tradición los roles coreográficos son muy definidos: roles para Primeros Bailarines, para Solista y para Cuerpo de Baile, muchas grandes compañías actualmente inclusive, dentro de estas categorías mantienen varias subdivisiones. Esto es una realidad que existe pero los coreógrafos somos artistas y como a todos los artistas nos gusta muchas veces romper las reglas. En este caso en particular y tratando de tomar la esencia del texto de
El Magníficat he buscado romper con estas reglas de la Danza clásica. En esta coreografía por momentos los primeros bailarines ocupan la última fila del cuerpo de baile y los integrantes del cuerpo de baile toman los roles de los primeros y solistas. Por otra parte en el trabajo de partenaire en la danza clásica siempre en los dúos o Pas de Deux los hombres trabajan con las mujeres haciéndoles desarrollar giros, levantándolas, etc. Esta es una tradición que viene desde el Romanticismo, dónde el hombre hacía lucir a la mujer que siempre mantenía el rol central en los ballet de ese período. En esta coreografía en muchos casos tomé la decisión de que el trabajo de partenaire lo realicen entre dos hombres y también entre dos mujeres, buscando mayor variedad y riqueza coreográfica y haciendo un guiño a las comunidades homosexuales y a la diversidad de género cosas que hasta ahora aquí en Tucumán no se había planteado en el mundo de la danza clásica.
De esta manera intentaré desde este trabajo coreográfico interpretar de alguna manera la esencia del texto del evangelio y traerlo hasta nuestros días haciendo un tratamiento distinto y renovador de las reglas del mundo del ballet y la danza clásica. Por otra parte, y como un guiño a la época de
Antonio Vivaldi el vestuario estará ambientado en la vida cortesana de la Venecia del siglo XVIII lugar y época en el cual
Vivaldi compuso esta música. Esperando que puedan disfrutar de esta coreografía están todos invitados a verla.